Sí, existen las tecnologías del yo. El Alcibíades de Platón es el primer relato, amén de los Trabajos y los días de Hesíodo, donde se toma conciencia de la necesidad de realizar un cuidado sobre uno mismo, en el caso del joven Alcibíades, con el fin de convertirse en un buen gobernante de la ciudad. Esta inquietud, música interna o llamada interior que nos convoca a establecer una relación con nosotros mismos ha adoptado muchas formas a lo largo de la historia. Es el caso por ejemplo de las técnicas de confesión cristianas en la Edad Media encaminadas a tomar conciencia y confesar los actos y pensamientos realizados y encarnados con el ánimo de reunirse con dios de una manera pura y entregada, o las prácticas yóguicas de la antigua India, encaminadas a superar la rueda de la vida y llegar a la iluminación y la vida eterna. Hoy en día encontramos un boom, una auténtica moda de prácticas encaminadas a colmar esa llamada interior; así tenemos el yoga, la meditación, el KAP, el eneagrama, la astrología, prácticas religiosas, rezos, rituales, dietas, gestalt, psicoanálisis, constelaciones familiares y un largo etcétera. Este conjunto de prácticas es lo que se entiende por tecnologías del yo, que son aquellas tecnologías que alguien utiliza para establecer una relación consigo mismo con el ánimo de formarse, cuidarse, transformarse, conocerse, cultivarse, sanarse, realizarse, iluminarse e incluso ser más felices, grandes profesionales, exitosos o ricos; estas prácticas las podemos encontrar en el mercado de la autoayuda, el desarrollo personal y el crecimiento interior. Estos sistemas tecnológicos están diseñados con unos fines que se entienden colman las expectativas de los yoes que los comparten, a partir de aquí se diseñan una serie de prácticas y discursos encaminados a conseguirlos. Si quieres tener más vitalidad y expresar la energía universal en ti de la que todos formamos parte hazte unas sesiones de KAP, si por el contrario quieres tener el sentimiento presente, sincero y maduro de tu auténtico yo, puedes practicar gestalt, si por el contrario deseas una renuncia al mundo y alcanzar la autorrealización puedes convertirte en un Buda, y así un largo etcétera. El riesgo de estas tecnologías se encuentra cuando en lugar de ofrecer una loable tendencia hacia el bien o la felicidad de sus consumidores se encuentran enmascaradas otra clase de finalidades, como por ejemplo enriquecerse, o hipnotizar o dominar a las masas con los espejismos de maya o la ilusión, por lo que ya no estamos hablando de una tecnología del yo basada en la libertad del usuario, sino de una tecnología de dominación, basada en el interés por controlar, dominar y gobernar. Esa fina línea es la que el consumidor tiene que discriminar de una manera crítica y reflexiva si quiere envolverse realmente de entornos de libertad creativa e innovadora. Y cómo discriminar unas tecnologías de otras. El kit de la cuestión no está tanto en los fines u objetivos que ofertan estas prácticas como en la naturaleza de los fines, los objetivos y la naturaleza del yo potencialmente usuario de las mismas. Más allá del juego y la diversión con todas estas tecnologías o productos para colmar la cultura del culto al yo, actividad legítima, un autoconocimiento de la propia naturaleza, del sentido de los objetivos personales y de los fines en la vida supone una condición para actuar en el mundo sea al nivel que sea. Realizar este trabajo de autoconocimiento consiste en una acción inmediata de uno mismo consigo mismo en un proceso reflexivo que se da de manera natural sin necesidad de tecnología alguna.
